A ver, seamos honestos. Seguro más de una vez has sentido que la vida te está metiendo una putiza. Que te partes la madre haciendo lo que “se supone” que debes hacer, pero sigues atorado en el mismo pinche lugar.

El dinero no alcanza, las oportunidades no llegan, tus relaciones se enfrían, tu energía se va al carajo y, para colmo, ves a toda esa bola de conformistas a tu alrededor viviendo “tranquilos” mientras tú te sigues rompiendo la cabeza.

FELICIDADES!!, Bienvenido al juego real. Aquí no hay atajos, no hay caminos fáciles. Si crees que en algún momento se vuelve cómodo, ya perdiste. La incomodidad es la única señal de que sigues en la pelea.

Déjame decirte algo: esa paz que ves en ellos no es felicidad, es resignación. Se rindieron. Aceptaron que “así es la vida” y se conformaron con sobrevivir en vez de vivir. Tú, en cambio, sigues buscando algo más. Y eso, cabrón, es lo que te está chingando.

El peso de tus ambiciones. El miedo a quedarte atrás. La presión de querer más, pero sin saber exactamente cómo chingados lograrlo.

Porque nadie te enseñó cómo romper el maldito ciclo de la mediocridad. Nadie te dijo que esa incomodidad, esa frustración, es en realidad la señal de que vas por el camino correcto.

Si hoy no te sientes cansado, frustrado, harto, es porque ya tiraste la toalla. Y si ya la tiraste, mejor ni sigas leyendo.

Pero si todavía tienes un gramo de dignidad y rabia, entonces prepárate. Porque aquí no venimos a llorar. Venimos a romper la mediocridad a putazos. 

Así que dime, ¿vas a seguir tragándote todo esto solo o vas a aprender a convertirlo en la gasolina que te haga explotar?